La descripción inicial (Lathrop, II, 754) del burlesco ataque a
la ínsula/villa me da la impresión de una escena muy española,
tan típica que hoy en día los jóvenes españoles
repiten el espíritu de esta baraúnda callejera por la tarde
a la hora de la vida en muchas ciudades españolas.
Sancho pierde Barataria—el objeto de su deseo—porque no sabe
luchar; Sancho, a pesar de ser analfabeto, tiene «letras» de sentido
común (vid. el
<= capítulo II 52 y su buen código legal) pero no tiene
letras (esta distinción remite al discurso de don Quixote sobre las
armas y las letras en el <=
capítulo I 37 de la Primera Parte).
Al quedar «molido» después de la fingida batalla Sancho
se equipara a don Quixote; ambos acaban molidos y maltrechos después
de intentar hacer bien.
La caída de Sancho durante la batalla es tanto literal como figurada;
pero, dada la compleja realidad barroca de la Segunda Parte (1615), Sancho
se cae de un estado de ambición tipo infernal al estado inocente y
edénico que gozaba antes de ir a Barataria.
Vale la pena recordar que también se caen don Quixote y Sancho al
entrar por primera vez en la casa de los duques en el <=
capítulo II 30.
Cuando Sancho empieza a salir del pueblo, montado ya en el rucio, la escena
tiene algún toque del Domingo de Ramos de la historia de Jesús
de Nazaret: Sancho dice «Abrid camino», «apártense»
y «déjenme ir» tan insistentemente que me recuerda la noción—guardando
las grandes diferencias, claro está—de «maranatha»
y lo de «preparen el camino del Señor».
Gustave Doré visualiza la escena de Sancho abrazando al rucio del
siguiente modo (el comentario al pie del grabado reza así: «'Come
hither,' said he, 'my friend; thou faithful companion and fellow-sharer in
my travels (sic) and miseries'» (pág. II, 573). Este grabado de
Doré será una de las obras maestras de este gran artista francés
del siglo XIX:
Para saltar a los capítulos dedicados a Sancho
Panza cuando está en la ínsula Barataria sin la compañía
de su señor amo, favor de pulsar en el capítulo deseado: