Al principio del capítulo el narrador/traductor dice que el
escritor moro dice que va a decir la verdad cuando dice: «Juro como
católico cristiano».
Se declara que maese Pedro es, en realidad, Ginés de Pasamonte.
Se habla de los supuestos errores de la Primera Parte (i.e., el rucio
de Sancho).
Se explica por qué Ginés de Pasamonte se hizo titiritero.
Don Quijote decide ir hacia el río Ebro.
Después de salir de la venta donde don Quijote le destrozó
los títeres a maese Pedro, camina dos días «sin acontecerle
cosa digna de ponerse en escritura».
En el viaje hacia el río Ebro ocurre en estas etapas:
Al tercer día se don Quijote y Sancho se encuentran con los «rebuznadores»
(Véase el capítulo 25; <=
II, 25).
Después del encuentro con los rebuznadores entran en una
alameda.
Dos días después de salir de la alameda llegan al
Ebro.
Aunque el Narrador no nos da ningún topónimo mediante
el cual podemos orientarnos en términos de la geografía
«real» española, es de suponer que don Quijote y Sancho
pasan cerca de Medinaceli.
Como se ve en la figura de la =>
Tercera Salida, Medinaceli está cerca de un camino verosímil
que va de la Cueva de Montesinos a Zaragoza, meta importante de la Segunda
Salida (hasta este punto).
Si desean hacer un viaje virtual a Medinaceli, favor de pulsar en la
siguiente imagen:
La batalla de los pueblos de rebuznadores
200 hombres armados de uno de los dos pueblos
Su estandarte es el escudo de un asno con este lema:
No rebuznaron en balde
El uno y el otro alcalde.
Don Quijote les suelta un discurso acerca de la guerra.
Trata de disuadirles de que hagan tal batalla.
Da cinco razones por qué se justifica la guerra: (dice que
va a dar 4 razones, pero luego da cinco de hecho); la guerra según él sirve para:
Defender la fe católica
Protegerse la vida
Protegerse la honra
Defender al rey
Defender la patria
Sancho interviene diciendo que «es necedad correrse por sólo
oír un rebuzno».
Los rebuznadores se sienten ofendidos; «se corren».
Los rebuznadores apalean a Sancho.
Don Quijote huye para librarse «de aquel peligro».
Total, los rebuznadores vuelven a su pueblo sin luchar, Sancho queda
molido y le parece a Sancho que don Quijote es cobarde.
NOTAS y PREGUNTAS:
Metatemas importantes:
Los animales
El dinero
Veras / burlas
La parodia de la guerra
Hay un enredo de, como mínimo, voces narrativas al principio del capítulo. Alguna
voz (#1) dice que Cide Hamete hace un comentario inicial. Luego se cita a
Cide Hamete, el supuesto escritor o cronista original, con su juramento (#2);
luego la primera voz (#1) dice que el traductor (#3) explica lo que el escritor
árabe (#2) quería decir. ¿No estamos leyendo el texto
del traductor? ¿Cómo, estimado lector digital, desenreda Ud.
tal maraña narrativa?
A propósito de la «explicación» del «traductor»
(#2), nos quedamos más confusos que antes porque el explicador (#1)
nos da la paradoja del mentiroso; es decir, la paradoja de Epimónides
(a. Todos los de Creta son mentirosos; b. Soy de Creta.) Esta paradoja quijotesca/cervantina
va así:
Cide Hamete «jura como cristiano».
Se presupone que los cristianos dicen la verdad.
El lector español del Siglo de Oro presuponía que los
moros eran mentirosos.
Se supone que el narrador #1 es fidedigno (i.e., dice la verdad).
El narrador cita al traductor (#2).
Según el dicho tradicional de Petrarcha: tradutore tradittore
(los traductores son traidores).
Según el traductor (#2), Cide Hamete habla «como si»
fuera cristiano.
Pues ¿dónde está la verdad en todo esto?
De un modo u otro la presencia de don Quijote y Sancho Panza crea las condiciones
para la paz entre los ridículos rebuznadores.
Gustave Doré visualiza la escena en que don Quijote les pronuncia
su discurso sobre la guerra a los rebuznadores así: