La idea central: Don Quijote narra y analiza su «sueño / experiencia» en la cueva de Montesinos:

• El contexto narrativo (el correlativo objetivo) es la precisión espacial (el tamaño de la concavidad) y temporal (las cuatro de la tarde).
• Don Quijote se asegura de que está despierto durante el «sueño» en la cueva.
• Se encuentra en un «suntuoso palacio».
• Conoce a un «venerable anciano», quien es Montesinos.
• Montesinos le dice a don Quijote que lo que se cuenta en la leyenda que habla de él—i.e., Montesinos—es cierto.
• Don Quijote se encuentra con Durandarte, quien se ve yaciendo encima de un sepulcro en la forma «de pura carne y de puros huesos».
• Montesinos describe cómo le sacó el corazón a su amigo Durandarte en términos sumamente realistas: «eché un poco de sal ... porque no oliese mal...» (Lathrop, II, 578, l. 34).
• Entra Belerma tras «dos hileras de hermosísimas doncellas».
• Se describe a Belerma en términos sumamente realistas: «Era cejijunta y la nariz algo chata».
• Don Quijote no admite ninguna comparación entre Belerma y Dulcinea; se enfada de Montesinos pero no le ataca.
• Hasta cierto punto se puede visualizar un triángulo de amistad y amor entre Montesinos, Durandarte y Belerma de este modo =>
  

• Don Quijote le pregunta a Sancho cuánto tiempo hace que bajó.
• Sancho le contesta que «poco más de una hora».
• Don Quijote insiste en que pasó tres días en la cueva.
• Don Quijote dice que los encantados no comen «ni tienen escrementos mayores».
• Don Quijote ve a Dulcinea, recién llegada a la cueva, que iba «saltando y brincando» como una cabra.
• Sancho está seguro de que don Quijote está loco al oír que su amo pensó haber visto a Dulcinea bajo el aspecto de la labradora que Sancho utilizó en el Toboso para engañar a don Quijote al principio de la tercera salida (<= II 10).
• Una de las compañeras de Dulcinea le pide una limosna de seis reales a don Quijote, quien le da los cuatro reales que tiene; la compañera alude a la «gran necesidad» que padece la Dulcinea encantada que acaba de pasar por delante de don Quijote.

NOTAS y PREGUNTAS:

• Lo que don QuiJote narra es una imitación de una escena paralela que Cervantes saca de Las sergas de Esplandián de Garci Rodríguez de Montalvo (ca. 1510).
• Vale la pena buscar este episodio en mi libro (William Little), The Labors of the Very Brave Knight Esplandiín (1992).
• Se nota la dura crítica social en la respuesta que Montesinos le da a don Quijote cuando éste le pregunta «si los encantados principales padecen necesidad».
• Montesinos contesta así:

«Créame vuestra merced, señor don Quijote de la Mancha, que esta que llaman necesidad adondequiera se usa, y por todo se estiende y a todos alcanza, y aun hasta los encantados no perdona.»

• A raíz de la experiencia de don Quijote en la cueva y después de lo cuestionable de les cuenta a Sancho y al primo, don Quijote está absolutamente solo en cuanto a su creencia en algún tipo de «realidad» para Dulcinea. Ni Sancho ni el lector puede mantener ninguna ilusión de que Dulcinea sea más que una invención en la mente de don Quijote. O si se desea rescatar una noción de que Dulcinea existe como la dama a quien don Quijote sirve «de veras» como «caballero» hay que encontrarse tal noción en otro ámbito del pensamiento o de la intuición. Si no se encuentra otra manera para mantener la figura de Dulcinea como el eje de toda la motivación y toda la actuación de don Quijote parece que él ha bajado al infierno de su viaje heroico en donde ha visto a su Eurídice (Dulcinea), pero ha vuelto a subir a la superficie de la tierra sin haber traído el tesoro tradicional y sin haberla rescatado—como suelen hacerlo los héroes míticos. Entonces, ¿en qué sentido se puede decir que don Quijote no es un «héroe¦»? ¿o que sigue siéndolo?
• Siguiendo el razonamiento de la nota anterior, hay que tomar en cuenta el paralelismo entre las dos parejas de desgraciados enamorados caballerescos que se encuentran en la cueva de Montesinos; (A) Durandarte y Belerma y (B) don Quijote y Dulcinea.
• En términos de la estructura barroca de la Segunda Parte, los capítulos 22, 23 (y parte del 24), los cuales se centran en el episodio de la cueva de Montesinos, forman el punto de enfoque temático, narrativo, estético, psicológico y estructural de esta obra de 1615. Se trata de una fórmula de 1/3 <=> 2/3.
• He aquí el cuadro que pinta Segrelles para ilustrar a don Quijote, guiado por Montesinos, delante de la tumba de Durandarte:
  
  

• La cita que acompaña el cuadro es ésta en la que habla don Quijote:

  «(...) vi a un caballero tendido de largo a largo, no de bronce, ni de mármol, ni de jaspe hecho, como los suele haber en otros sepulcros, sino de pura carne y de puros huesos.» (Rico, 1998, pág. 820)

• Al margen del hecho de que este cuadro nos da una interpretación realista moderna a la escena en la cueva, me gusta este cuadro por varias razones entre las cuales son éstas:
  
  
  • Se sugiere la cualidad onírica psicológica del relato que nos da don Quijote de su experiencia-sueño en la cueva.
  • Los colores sugieren un ambiente subterráneo como el que encuentran los espeólogos y como el que se encuentra en la verdadera Cueva de Montesinos.
  • Sin ser este cuadro una obra de arte barroca, el juego de las sombras y la escasa luz sugieren algo barroco.
  • Me encanta la luz blanca plateada que cae fuertemente sobre la impresionante barba de Montesinos, que cae tenuemente sobre las espaldas y la nuca de don Quijote y que cae fugazmente sobre la efigie de Durandarte.
  • Por la disposición de los elementos plásticos de la escena se ve que, una vez más, Segrelles sugiere una cualidad arquetípica de la pintura barroca; es decir que el eje visual se enfoca en el tercio inferior del cuadro mientras que la parte superior es casi un vacío salvo la sugerencia de una vidriera gótica.
    
• Una imagen más de la efigie de Durandarte que merece la pena estudiar es ésta de Antonio Saura (2001; Gutenberg Galaxy, pág. 121):

• Para hacer una visita virtual a la Cueva de Montesinos real, favor de pulsar aquí => La Cueva de Montesinos.

Parte II Capítulo 24=>

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