Se fue el hombre solitario. Ahora nos espera a nosotros,
viajeros igualmente solitarios e individuales la aventura de la cueva quijotesca
por antonomasia.
Parados delante de la cueva realo sea, que le sirvió al andariego
Cervantes de modelo para su «invención» del episodio de
la Cueva de Montesinosvale la pena, creo, estudiar el pasaje en la cual
el Narrador describe la cueva:
«Y en diciendo esto se acercó a la sima, vio no ser posible descolgarse
ni hacer lugar a la entrada, si no era a fuerza de brazos o a cuchilladas,
a así poniendo mano a la espada, comenzó a derribar y a cortar
de aquellas malezas que a la boca de la cueva estaban, por cuyo ruido y estruendo
salieron por ella una infinidad de grandísimos cuervos y grajos, tan
espesos y con tanta priesa, que dieron con don Quijote en el suelo. Y si él
fuera tan agorero com católico cristiano, lo tuviera a mala señal
y escusara de encerrarse en lugar semejante. Finalmente, se levantó,
y viendo que no salían más cuervos ni otras aves nocturnas,
como fueron murciélagos, que asimismo entre los cuervos salieron, dándole
soga el primo y Sancho, y se dejó calar al fondo de la caverno espantosa.»
(Juan de la Cuesta, 574)
Para la próxima
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